Mentir es más habitual de lo que imaginamos. Seguro que en alguna ocasión te has descubierto a ti mismo diciendo una mentira. Y por más que analices la situación, no encuentras una explicación coherente que desvele el motivo de tu engaño. Aun así, clasificarte como mitómano o mitómana por decir alguna mentira quizá resulte algo exagerado. Ya que, por lo que parece, es complicado revelar la verdad constantemente.
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Según un estudio de la Universidad de Southampton, una persona dice un promedio de tres mentiras en una conversación de tan solo diez minutos. ¿Pero por qué? ¿Qué necesidad hay de ocultar la verdad? En este artículo encontrarás 9 motivos que desvelan la intención oculta que hay tras las mentiras.
Motivos por los que las personas mentimos
No vamos a negar que aprendemos a mentir desde niños. Lo hacemos principalmente para evitar un castigo, por lo tanto, mentir es lo que de manera automática nos sale a la hora de afrontar ciertas situaciones. Y a veces, tenemos que desaprender lo aprendido para aprender de nuevo. Por ello, en este artículo trataremos de tomar consciencia de por qué mentimos. Ya que solo una vez identificado el motivo se puede dar el paso a desaprenderlo y aprender otra manera más sana de comunicación.
1. Mentimos por amor
Traigo a colación el resultado de una investigación llevada a cabo por La Universidad de Amsterdam y la Universidad Ben-Gurión del Néguev. En ella han concluido que la oxitocina, más conocida como “hormona del amor” nos incita a mentir por el bien del grupo.
La oxitocina es conocida por su labor en el momento del parto, pero también tiene otras funciones en el ser humano. Impulsa el vínculo y favorecer una relación más empática. Por lo visto, según este estudio, puede llevarnos a no cumplir la norma ética de decir la verdad. O lo que es igual, priorizamos el amor a lo socialmente correcto si eso beneficia a nuestros seres queridos.
No estoy diciendo que mentir sea plausible, puesto que la coherencia, sinceridad y honestidad nos dará, seguro, mejor resultado a corto y largo plazo. Solo quiero poner en relieve las distintas situaciones en las que mentimos en aras del amor y las causas reales que hay detrás del engaño.
- Porque no queremos herir los sentimientos de otra persona, sobre todo si es alguien a quien queremos, respetamos o admiramos: Está muy rica la lasaña, repetiría si no estuviese lleno.
- Para evitar que los demás se preocupen, es lo que, solemos considerar “mentiras piadosas”. Los resultados de las pruebas médicas están perfectas. Sin embargo, no es cierto ¿Pero para qué preocuparles cuando todavía quedan pruebas para saber lo que nos ocurre realmente?
- Porque decir la verdad podría perjudicar en algún aspecto, ya sea económico, judicial, social, etc., a alguien a quien queremos.
2. Mentimos por miedo
El miedo es una emoción básica que nos mueve, nos paraliza. Y que, entre otras cosas, también nos impulsa a mentir. Aunque sea con el propósito de salvarnos de un castigo, de una discusión, de un cambio, de situaciones complicadas e incluso de la muerte.
Mintiendo evitamos un castigo o una discusión que no nos apetece llevar a cabo en ese momento o en ningún otro. Yo no rallé el coche. Confesar la verdad puede implicar no cogerlo en una temporada o una gran bronca o discusión sobre su descuido o falta de atención. El miedo a ser rechazado como práctica de castigo puede llevar a mentir o no desvelar cierta opinión o ideas respecto a un asunto dentro de la familia, como podría ser confesar su ideología política en una familia con ideas totalmente contrarias y extremista.
También existe otro tipo de castigo del que rehuimos con la mentira, el castigo o rechazo social. Una persona puede llegar a cambiar su nombre o apellido para no sentir el rechazo xenófobo al vivir en determinados lugares del mundo.
3. Mentir para ganar tiempo
Una mentira puede hacernos ganar tiempo para escapar de una situación complicada. El mentiroso gana tiempo para elaborar un plan que le proporcione una salida, una estrategia con la que conseguir su objetivo o evitar un resultado indeseable.
4. ¿Morir o decir una mentira?
¡Ojalá!, fuese una exageración. Pero, por desgracia, no lo es, sin duda existen motivos por los que una persona puede morir al decir la verdad. Desvelar, por ejemplo, la condición sexual ante determinadas personas o en países con leyes o ideologías radicalmente homófobas puede llevar implícito una sentencia de muerte.
«Más vale ser vencido diciendo la verdad, que triunfar por la mentira»
(Mahatma Gandhi)
5. Mentir por comodidad
A veces decir la verdad va seguida de situaciones que no apetece abordar o preguntas que pueden preceder a la pregunta y convertirse en un interrogatorio interminable. Por lo tanto, mentimos para no seguir dando más información o hablar de un hecho determinado. Cuando no queremos realizar actividades o asistir a eventos que no nos apetecen. Puede resultar más rápido y cómodo decir que ya tenemos un compromiso que explicar los motivos por los que no vamos, excusarnos, justificar, etc.
Del mismo modo, mentimos para no aportar información personal que queremos mantener en secreto por el motivo que sea. Porque no queremos compartir esa información con esa persona o personas determinadas y no nos apetece responder preguntas. O, no somos lo suficiente asertivos para dar una respuesta que calme la situación y su deseo de invadir nuestra intimidad.
6. Mentir por mentir
Y ahora, lo que podríamos clasificar como mentir por mentir, la mitomanía. Este comportamiento consistente en mentir compulsivamente oculta una baja autoestima y suele tener su origen en la infancia. Como dijimos anteriormente, los niños aprenden el arte del engaño para evitar castigos, pero eso, puede reforzarse con el tiempo y derivar en una personalidad mitómana.
7. Necesidad de ser admirados
El mentiroso siente la necesidad de ser admirado por parte de los demás o sobresalir, sentir que es mejor. Magnifica un resultado, se inventa un logro, una experiencia inexistente. Cuenta anécdotas de otras personas como si fuesen suyas propias. O se apropia de pensamientos o ideas de otros, principalmente de personas a las que admira.
8. La satisfacción de los mentirosos
Los mentirosos pueden llegar a inventar mentiras que no tienen la menor transcendencia y que no les aportan nada, aparte del placer de mentir. Ya que, un mentiroso compulsivo miente también para sentir la satisfacción de engañar al otro sin ser descubierto. El mitómano obtiene una descarga de adrenalina a la que se vuelve adicto. Podríamos decir que, mentir para un mitómano es comparable a aquellos que practican deporte de riesgo.
9. Mentir cueste lo que cueste
Un mentiroso compulsivo puede llegar a perder a su pareja, el trabajo o cualquier cosa. Todo con tal de no asumir que ha mentido. Dirá una mentira para ocultar la anterior. Inventará historias insostenibles, lo que sea necesario, para no asumir que se trataba de un engaño. E incluso con la finalidad de hacer daño a otra persona o perjudicarla.
Las personas adictas al alcohol, a cualquier tipo de drogas o las personas con trastornos alimenticios como anorexia, bulimia; los que padecen ludopatía, narcisismo, etc., suelen convertirse en mitómanos. Mienten para ocultar su adicción o problema y no la reconocen. Dicen que ya no consumen. Que han dejado de vomitar. En definitiva, crean una realidad totalmente distorsiona con sus mentiras y manipulan sobre todo a quienes quieren y les quieren.
Recomendación literaria
Para los interesados en el comportamiento humano. Recomiendo el libro Todo el mundo miente. Un ensayo de Stephens-Davidowitz. En él, su autor, un científico de datos y economista, nos desvela, a través de los datos recogidos de las búsquedas de Google. Que somos muy distintos en privado que en sociedad. Esto no es algo que no sepamos, pero son curiosos algunos de los resultados de búsquedas que realizamos en Google. O comprobar cómo aumenta una búsqueda determinada en internet tras, por ejemplo, un discurso del expresidente de EEUU Barack Obama.